Redacted no contiene violencia de género, ni falta que hace. Brian de Palma nos incomoda cuando propone una visita al infierno de Irak.
Finalizada la proyección de este film, me pregunto por qué Brian de Palma ha escogido colocar en el bloque final de Redacted una serie de fotos reales que muestran ejemplos del horror sufrido en Irak. Y mi respuesta es que quizá, si estas huellas del mal, se hubieran situado al principio del metraje, hubieran invalidado parcialmente su sentido y ese interés que sí tiene esta película. Porque, ¿puede interesar al espectador seguir el diario de guerra de unos soldados americanos en Irak, sabiendo de antemano que son los responsables de semejantes daños colaterales? Niños desfigurados, hombres y mujeres acribillados, hacinados unos encima de otros, en fotos devastadoras en las que, curiosamente, se han tachado los ojos de las víctimas. Fotos que, por otro lado, usurpan el lugar del testigo, ocultan hechos y tan sólo son huellas de la banalidad del mal. Imágenes que tapan, que no nos dejan ver, como esos ojos que han sido tachados. Rebobinamos, y empieza el film. No esperéis una película de Hollywood, dice alguien mientras graba con su cámara, vamos a mostrar la verdad, lo que ocurre aquí. Sin acción y sin música que lo acompañe. Pero ése es el propósito del personaje, no de la película, que no disimula que es una reconstrucción y utiliza una música bella mientras unas imágenes desaliñadas nos incomodan y plantean un dilema moral. Y es que el hecho de que tan sólo estemos mirando no significa que no formemos parte de lo que pasa.